Una visita a la feria Wine for Asia en Singapur le ilustra a uno muy deprisa sobre el potencial de estos ricos mercados emergentes del sureste asiático y sobre las dificultades reales de penetración para el vino español, primero por la abrumadora ventaja que ha tomado el francés en esta parte del mundo –o el australiano y el neozelandés entre los más asequibles-, y después por el hecho innegable de que en muchos de estos países se sigue comprando, no una buena botella para disfrutar de ella, sino una etiqueta para darse pisto. El vino no forma parte de la tradición culinaria y cultural asiática, y ahora apenas se está emprendiendo la tarea de aprendizaje y popularización que en Japón se desarrolló hace ya cuatro decenios.
Por eso no sólo hace sonreír, sino concebir esperanzas de que el vino esté ganando importancia en la zona, un incidente sucedido el jueves a unos kilómetros al norte de aquí, en Hanoi. Una alta funcionaria filipina que acompañaba al presidente Benigno Aquino en una visita oficial a Vietnam desencadenó todo un escándalo tras tuitear unos observaciones poco lisonjeras sobre el vino que les habían servido en un banquete de Estado.
María Carmen Mislang, redactora de discursos y subsecretaria de Estado de Aquino, se convirtió en una figura instantánea de Twitter con sus mensajes polémicos, que ya han sido borrados, mientras que ella ha presentado sus excusas. 'The wine sucks [el vino da asco] @rickycarandang,' tuiteó Mislang, respondiendo al parecer a una pregunta que le hacía su jefe, el portavoz oficial de Aquino, Ricky Carandang. Los tres filipinos asistían a una cumbre de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático a la que el viernes se sumó la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton.
No fueron las únicas impertinencias de Mislang por Twitter; también escribió que en Vietnam no hay hombres guapos y que cruzar una calle de Hanoi es lo más parecido a un suicidio asistido.
Los filipinos, tanto en Twitter como en Facebook, reaccionaron con enojo a esos comentarios, opinando que la funcionaria había faltado al respeto a aus anfitriones, y una portavoz presidencial acabó anunciando que Misland había presentado sus excusas.
El episodio es nimio, pero todo lo que sea hablar de vino es bienvenido en una parte del mundo donde queda por hacer una gran tarea didáctica y de divulgación, que en el caso de España no estaría mal encarar en el marco de unos 'shows' gastronómico-báquicos aprovechando el tirón de nuestros famosos cocineros. Justamente uno de los más famosos, Santi Santamaria, acaba de abrir su Santi en el superlujoso centro comercial/casino/hotel Marina Sands, junto a otros dos 'tres estrellas': el francés Guy Savoy y el japonés-australiano Tetsuya Wakuda.
La modernísima ciudad-estado que es Singapur, centro de servicios e intercambios comerciales de todo el arco que va desde Birmania hasta Filipinas, es una base de partida evidente para toda operación española medianamente bien pensada (¿alguien piensa las cosas medianamente bien en un país en el que quien sabe de esto es el Icex, pero quien tiene todo el dinero de la Unión Europea para hacerlas es el Ministerio de Medio Ambiente y tal?). Por su capacidad de encauzar productos hacia esos otros países, pero también por su propia capacidad como mercado: seis millones de habitantes con una renta per cápita de más de 50.000 euros, que acaba de superar a la de Suiza.
La llegada de Santamaria, Savoy y Wakuda es una clara señal de que Singapur no quiere dejar toda la gloria gastronómica de Asia a Hong Kong y Shanghai. No sería mal momento para subirse a ese tren. Por de pronto, en la feria los vinos españoles han obtenido más medallas que los de cualquier otro país, Francia incluida. Ahora llega la hora del seguimiento, que es en lo que solemos fallar.
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